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Introducción

Comenzamos una serie donde enumeraremos los elementos básicos del masaje. Vamos con ello:

La Sala

La persona que va a recibir el masaje debe experimentar una buena impresión desde el primer momento. Tener un espacio acogedor y confortable ayuda a que nos ganemos su confianza y consigamos que se relaje facilitando así que el masaje tenga mejores resultados. La sala no puede oler a cerrado, a humedad o a comida. Un aire renovado y limpio es la única opción deseable para la persona. En las ocasiones en las que el masaje lo vayamos a realizar en su propia casa que ya de por sí supone un lugar de seguridad para la persona.

Cuando recibimos un masaje, nuestra temperatura corporal suele descender como efecto de la relajación muscular y la bajada del estado de alerta. La temperatura ambiente debe ser apropiada para mantener lejos la posibilidad de sentir frío. Buscar el punto correcto puede llevarnos tiempo y variar según el paciente, por eso hemos de poner atención en este aspecto.

La sala y todo lo que hay en ella debe estar limpia y ordenada. Muchas personas son totalmente sensibles a este aspecto que perciben de inmediato y con todo detalle al entrar en un lugar. Su satisfacción será grande si encuentran una limpieza impecable.

Durante el masaje es frecuente entrar en un estado de sueño o al menos de profunda relajación. El silencio ayuda a llegar a este estado y a mantenerlo. El ruido, ya sea continuo, ya sea ratos, puede llegar a ser molesto e incluso intolerante. Solamente la música será una alternativa al silencio.

La Luz

La luz es un elemento especial de la sala, ya que va a ser utilizada para una función singular como es el masaje. Por esto le dedicamos este segundo punto. Lo mejor es que la sala cuente con luz natural. Tanto si es natural como si es eléctrica, es necesario que la persona que recibe el masaje no tenga luz directamente sobre sus ojos, aunque los tenga cerrados.

Para lograr una luz indirecta natural, nos ayudaremos de persianas, cortinas y la ubicación adecuada del lugar en el que la persona va a recibir el masaje. Cuando utilizamos luz eléctrica o velas, la situaremos de manera que las luces no incidan en la zona de la cara de quien recibe el masaje, o simplemente elegiremos lámparas que provean de esta luz indirecta por sí mismas.

Es mejor que sean de una intensidad moderada. Hay personas a las que la plena luz del día o la luz eléctrica intensa y directa no les molesta, pero en general, las personas que reciben masaje se sienten más relajadas con una luz ambiental tenue.

El Sonido

Podemos tener música ambiental en las sesiones de masaje, indicando a la persona que va a recibirlo que si la música le molesta, puede indicárnoslo y la quitaremos.

La música idónea tiene las siguientes características: la sesión de masajes será más reparadora cuanto más la persona se abandone en su interior. La voz cantada, sobre todo si es en un idioma que la persona comprende, ejerce el efecto de estar dando un mensaje, exige una atención. Por el contrario, una música sin voz permite que esta atención cese, al menos durante ese tiempo del pasaje, y así tenemos un tiempo de verdadero descanso.

Los tiempos de silencio en los temas musicales producen un cambio. Hay personas que son sensibles a estos cambios que se producen entre la música y el silencio, y el silencio y la música. Por esto, algunos compositores de temas de relajación lo que han hecho es producir obras en los que la música dura 20, 30 o 40 minutos seguidos, de manera que no hay momentos de silencio durante el masaje. Además, deben tener una uniformidad en timbre, ritmo y volumen para que el sistema nervioso relajado de la persona que conciba el masaje no perciba ningún cambio y pueda mantenerse fácilmente en su estado de relajación.

El Lugar

El lugar para recibir el masaje es de suma importancia. Los lugares más utilizados por todos los masajistas son la camilla o el suelo.

El lugar idóneo tiene las siguientes características: las camillas suelen tener un acolchado correcto, suficiente para que la persona que se tumba encima se encuentre bien instalada. Especial atención debemos darle a la colocación de la cabeza. Si la persona se encuentra situada en decúbito prono, normalmente coloca su cara en un agujero o un cabezal articulado que la camilla tiene para que no tenga que girar la cabeza a un lado. La permanencia prolongada de la cara en el agujero suele ocasionar incomodidad, ya sea por la presión del borde del agujero ya sea por la tensión del cuello. En todo caso, antes del masaje, le insistiremos para que nos comunique cualquier incomodidad que tenga.

Cuando la persona está en decúbito prono, le situaremos un rulo, cojín o toalla enrollada debajo de los tobillos. La persona que va a realizar el masaje debe tener espacio sobrado para poder moverse alrededor de la persona que lo recibe. La camilla ha de estar regulada a la altura adecuada para que durante el masaje no haya que realizar un sobreesfuerzo postural o una fuerza más allá de lo necesario.

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