Parece fácil ponerse a escribir acerca de qué es el Quiromasaje y cómo formarse, cuando se ha estudiado y trabajado en él durante más de cuarenta años, pero uno se pone a ello y… se encuentra con la fatídica situación del síndrome de la página en blanco que, si es azote de escritores profesionales, podéis imaginaros lo que es para los que no llegamos ni a escritores aficionados.
Es parecido a que nos pidieran que escribiéramos acerca del sol, o del campo o del mar, que se puede escribir tanto y tanto… y tan subjetivo, que se tiene la sensación de que se va a aburrir al planeta entero.
¿Qué es un quiromasajista?
Para explicar quién es un quiromasajista, tal vez tenemos que hacernos primero otra pregunta: ¿Qué motiva a una persona para querer aprender a realizar masajes?
Creo que una respuesta posible sería decir que es lo mismo que nos motiva para aprender las demás cosas de nuestra vida, que nos llama la atención, nos atrae, nos hace pensar que vamos a pasarlo bien adquiriendo esa nueva habilidad.
¿De dónde sale la motivación?
Cuando al principio de la primera clase de la formación de Quiromasaje preguntaba a los nuevos estudiantes si se habían inscrito al curso para trabajar profesionalmente como masajistas, nunca dejaba de sorprenderme que la mayoría me respondían que no, que se habían inscrito por curiosidad, o por hacer alguna actividad, o simplemente porque les atraía, pero que no pensaban en el masaje como profesión.
Un día tomé conciencia de que en realidad yo también comencé así, que de adolescente empecé a leer libros de masaje y a estar pendiente de las películas y documentales que mostraban escenas de masajistas sin saber porqué. Luego me encontré realizando masajes autodidactas a los pobres incautos que se ponían a mi alcance, y disfrutaba con esta actividad, aunque al mismo tiempo era muy consciente de mis enormes limitaciones.
¿En qué consiste una formación de Quiromasaje?
Un día vi un anuncio en el periódico que ofrecía la posibilidad de aprender masaje en un curso estructurado. Inmediatamente sentí revolotear mariposillas por mi vientre, señal inequívoca de gran ilusión, jajaja.
Llamé. El curso era bastante caro y yo me encontraba sin un céntimo, bufff. Pensé que no podría hacerlo, pero como ofrecían pago aplazado pude pagar a duras penas la inscripción, y ponerme a reunir la primera cuota mientras llegaba la fecha de inicio.
¡No siempre tiempos pasados fueron mejores!
Os podéis imaginar que acudí el primer día de clase más que feliz pero, mi gozo en un pozo, el curso no era bueno. Eran viejos tiempos en los que había pocos masajistas, pocas formaciones.
Parece que no era fácil encontrar un buen profesor, sobre todo en una nueva ciudad, y el organizador del curso acabó teniendo que contratar a una esteticista. La pobre puso su mejor voluntad para enseñarnos. Al principio, aún pudo sostenerse, con el masaje básico, pero al llegar al masaje terapéutico y deportivo, el barco empezó a hacer aguas por todos lados… y se hundió finalmente.
Sorpresa tras sorpresa
Para la teoría, el organizador había contratado a un médico. Nos enseñó anatomía básica bien, pero al llegar a los tratamientos se quedaba muy superficial y solía responder a nuestras preguntas con largos rodeos y evasivas, diciéndonos demasiado a menudo que “eso eran cosas de médicos”.
Un día que le acosamos un poco entre varios alumnos para que nos enseñara lo que no quería enseñarnos, se enfadó y nos dijo que su opinión personal es que los masajistas no debiéramos existir… ¡Madre del amor hermoso! ¿Y que pintábamos entonces los alumnos en esa aula, la mayoría pagando las mensualidades con harto sacrificio?
La paciencia tiene su recompensa
Notificamos al organizador que su profesora no tenía conocimientos y habilidades como para poder formarnos, y que su profesor, que conocimientos sí tenía, no iba a enseñarnos. Nos hubiéramos ido, pero en ese tiempo apenas había escuelas ni formaciones, y tuvimos claro que si lo dejábamos correr, además de perder el dinero probablemente tardaríamos en encontrar una nueva oportunidad.
La decisión fue acertada, pues el organizador se esforzó, y esta vez sí que encontró un masajista bien formado, para que al menos la práctica la aprendiéramos bien. Para la teoría contrató otro médico que mejoró un poco lo anterior, no mucho, pero a esas alturas del pequeño caos estábamos empezando a bajar nuestra expectativa, y desear terminar como mejor pudiéramos, pero terminar.
Lo que no se va en llanto se va en suspiros
Como la desdicha a veces produce una buena fuerza de unión, nos empezamos a reunir por pequeños grupos afines para practicar lo más posible. En mi grupo éramos tres y nos reuníamos una tarde a la semana.
Se convirtió en una sencilla vivencia memorable que nos permitió descubrir una de las leyes naturales más universales; el enunciado dice así: Por muchas que sean las personas que ponen en común su ignorancia, jamás alcanzarán la sabiduría; o, dicho de otra manera más matemática, la suma de ignorancia siempre da un resultado de más ignorancia.
El lado bueno de esas prácticas fue que en el piso en el que nos reuníamos, había un ama de casa de esas de antes, con tiempo libre, bondad y comprensión, que a media tarde nos obsequiaba siempre con una estupenda merienda con la que nos consolábamos de nuestra triste situación.
No hay mal que cien años dure
En fin, llegó el examen de final de curso. Mis dos compañeros lo pasaron. Yo no lo pasé, pues en los días antes del examen sufrí una fuerte conjuntivitis rebelde, que acabó impidiéndome abrir uno de los ojos y salir de casa.
Aún no tenía en aquel entonces yo psicoanalista, pero de haberlo tenido con toda seguridad me hubiera impuesto una larga secuencia de sesiones para que pudiera comprender la relación intrínseca entre mi fracaso en mis primeros pasos de Quiromasaje y mi fracaso en mis primeros pasos en la vida, causa del terrible estado en el que se encontraba mi psique.
Pude examinarme con el grupo siguiente pues, sí queridos lectores, a pesar del desastre que os cuento, ¡hubo un grupo siguiente!
Pasos para convertirse en quiromasajista profesional
Para que quienes estáis empezando no perdáis la esperanza, os diré que mis dos compañeros y yo pudimos llegar a trabajar como masajistas y conocimos tiempos de mejor fortuna, en los que pudimos aprender de verdad con buenos profesores. Bien cierto es el dicho que dice que no hay mal que cien años dure.
No os cuento más por hoy, que a estas alturas estaréis bostezando hasta descoyuntaros la mandíbula. Quienes hayáis conseguido llegar hasta aquí podéis estar seguros de que el Quiromasaje os interesa. Este escrito era en realidad un test encubierto, el Test del masajista. Tú tienes a un masajista dentro de ti. ¿Lo sabías?
El primer paso
El primer paso es el mismo que para todo: Querer. Si tienes el Querer, es estupendo, pues es lo único que no los docentes no podemos darle a los estudiantes. Luego sólo os falta el Saber y el Poder, que corren bastante por cuenta de los profesores.
En un próximo artículo os escribiré en profundidad de estos elementos y otros.
Mientras, para los que vuestro Querer os exige prontitud…
¿Qué curso de Quiromasaje elijo?
Hay muchos y buenos cursos de Quiromasaje. Ya no estamos en la escasez de cuando yo empecé.
El que ofrecemos en el Centro de Estudios de la Salud me parece totalmente recomendable, pues después de más de treinta años impartiéndolo ininterrumpidamente, de formar miles de profesionales en todo el mundo, y actualizarlo constantemente, ha alcanzado un nivel muy alto y ofrece garantía absoluta de éxito.
Para nosotros los profesores y la escuela, también el primer paso es el Querer, que es amar nuestra profesión docente, y tener la clara conciencia de que cada estudiante merece el curso y la atención que quisiéramos para nosotros mismos.
Os escribiré también pronto acerca de aspectos superficiales, medios y profundos de la formación y la profesión de Quiromasaje. Estad atentos. Continuará…